“El Universo del Rock”. Así se slogeaba la estación. No recuerdo cómo fue el día que comenzó a trasmitir –un 5 de octubre de 1995-. Por azares, había escuchado en esos días Maldito Duende mientras pasaba la perilla del sintonizador del viejo estéreo modular que teníamos en casa, una canción que sería emblemática en la década de los años noventa. No sabía quién era, pero me gustó tanto que puse la frecuencia una y otra vez para ver si la volvían a pasar.
Fue por esos intentos que comencé a escuchar otras canciones que a mí ni me sonaban de lejos en ese entonces: El Microbito, Alarma La de Tos, Voy a Buscar, Déjala Tranquila, Sácalo, Paquita Disco. Ahora que lo escribo, apunto las primeras canciones que se me ocurre de la época, o incluso de los años ochenta, pero todas desfilaban de manera intermitente en el 105.7. Lo más conocido para mí eran los Caifanes y Café Tacuba, que ya aparecían en otras estaciones de radio y en la televisión.
Después vi el video Maldito Duende en Telehit. Me sentía de suerte cuando lo programaban y yo lo podía ver. No tenía definido un gusto musical, pero de a poco me fui adentrando en el rock nacional. Mi hermano mayor estudiaba en la tarde la preparatoria, así que había días en que yo llegaba de la secundaria y él apenas comía o se estaba arreglando para salir; mientras lo hacía escuchaba Conexión Acústica y en ocasiones Óxido. En ambas estaciones trasmitían rock en español, y así fue que comencé a escuchar todo ese rockcito.
El inicio con Órbita 105.7
En la nochebuena del 95, después de convivir con mi familia, llegué poco después de la medianoche a una reunión con los amigos del barrio. Volvimos a cenar. Nos juntamos en un cuarto que recién se había construido en un terreno baldío contiguo a mi casa y que estaba vacío. Sigue vacío hasta estos días.
Alguien llevó unas cintas. Entre ellas estaba Caifanes Volumen I. Entonces un amigo de la infancia, con tono petulante, preguntó si sabíamos en qué estación pasaba esa música. Yo le respondí con mi voz achicada que en Conexión Acústica, y él me dijo que ya no existía, ahora era Órbita 105.7.
Días después comencé a escuchar la estación por mí mismo y de manera recurrente. A mis 14 años sentía que algo me marcaba en mi vida, algo importante.
Existía –aunque ya no por mucho tiempo- Rock 101, de la que escuché muy poco. Más bien nada, o no recuerdo haberlo hecho. También sonaba ya Radioactivo. He de confesar que de esa estación sólo recuerdo Los Muñecos Radioactivos, divertidos sketches coleccionados por amigos del barrio y, posteriormente, de la preparatoria. Nunca escuché Radioactivo. Nunca me gustó. Quizá con más edad y un poco más de conocimiento musical lo hubiera hecho.
Yo fui del bando de Órbita, de El Universo del Rock, crecí con ellos, se hicieron mis ídolos, especialmente Jorge Rugerio, El Gordito de la Radio. En una época, en los inicios de la estación, tuvo un programa que iniciaba a las 6 de la mañana, cuando yo me tenía que preparar para ir a la secundaria. Cuando iniciaba la trasmisión gritaba alejado de los micrófonos “ya levántense”, y me parecía muy divertido. Quizá me equivoque, pero el programa se llamaba Grita. Así iniciaban mis días en esos años en que iba a la secundaria.
Durante mis cuatro años de preparatoria y casi toda la universidad, esta emisora me acompañó. Siempre he escuchado rock en español, pero gradualmente le he perdido el gusto a muchos grupos, pero creo que sus canciones me prepararon para algo más revolucionado, musicalmente hablando.
Los últimos años del milenio anterior y los posteriores al 2000, no sólo escuché música en español, sino que me adentré cada vez más en la música anglosajona, influenciado por amigos de la preparatoria y la universidad.
También mis gustos fueron más allá del rock y gradualmente pasaron de manera temporal al ska y reggae, y posteriormente al punk y al heavy metal; tuve algunos roces con el blues y la música clásica, y posteriormente la música folclórica latinoamericana.
Reactor: el salto al rock anglo
En 2004 acabó Órbita e inició Reactor con un elenco salido de la extinta Radioactivo. El segundo semestre de ese año fue un poco álgido para mí por el exceso de fiestas que anunciaba el fin de la carrera de Comunicación, y las tareas aún por entregar y exámenes que aprobar. Así que las desapariciones de Radioactivo y de Órbita pasaron casi inadvertidas para mí.
Debo confesar que en la etapa de Reactor, “Todas Las Alternativas”, me gustaba mucho El Programa De Las 7 (¿o de las 6?), que era conducido por Julio Martínez y Sopitas. Qué tipos tan agradables.
De repente escuchaba a Rulo, que salía por las mañanas, porque mi amigo Adán, un fan de Radioactivo, decía que era un chingón conduciendo y tenía muchas tablas. Nunca me gustó. Oscilaba entre lo aburrido y lo pedante, pero sí coincido en que es una de las personas con el mayor conocimiento musical que he escuchado hablar del tema.
De la pelea entre órbitas y radioactivos se ha escrito mucho. En los equipos de ambas estaciones había talento en mayor o menor grado, pero tengo la impresión que en el mundo de la radio Órbita era el niño a quien nadie le habla en el recreo.
Sin embargo, gracias a esa estación el Vive Latino tuvo el impulso y el impacto en sus primeras ediciones, aunque ahora el evento me parece un Raúl Velazco masificado. El RDB y Rock Chavitos, fueron otros de sus aciertos.
Quizá sin el Vive no habrían existido los festivales masivos donde pagabas un kilo de grano para un día de música; luego vinieron otros eventos como Motorocker Fest, Mani Fest, Corona Music Fest, Festival Colmena y varios más que invadieron la escena.
Lo malo llegó pronto, pues entre tantos telones hubo un lógico desgaste en la cartelera del rock y en pocos años. Eran los tiempos en que aún los canales digitales no despegaban, y la gran mayoría de la música pasaba necesariamente por los medios tradicionales de comunicación, y así comenzaron a ser repetitivos varios de esos festivales.
Montañez y Real de 14
Hoy que es 21 de octubre de 2020 encontré por azares en las redes a Ariadna Montañez. Ella fue la única locutora de Órbita que se quedó en Reactor, junto con Miguel Solís, en ese cambio radial.
Me gustaba mucho escucharla, quizá porque su inicio en la locución fue en Órbita. Se me hacía muy simpática cuando se ponía nerviosa, pues creo que siempre condujo sola sus espacios, primero entre semana al mediodía, y posteriormente los sábados con Sangriento donde tocaba únicamente metal.
Esta tarde seguí a Ariadna de inmediato en twitter y en Instagram y después me puse a escribir esto. Ni siquiera sé qué hace en su vida ahora. Hace unos días, el 5 de octubre, los ex Órbita hicieron algo de ruido en redes sociales por el 25 aniversario del nacimiento de esa extinta estación. En un tuit que comenté había etiquetadas muchas personas conocidas en el mundo de la radio; pregunté por qué no estaba convocada Ariadna a la celebración, y alguien me contestó que no respondió a la invitación.
De ella recuerdo una expresión cuando presentó a Real de 14 en un conteo de las 105 canciones más emblemáticas de equis año que ya no recuerdo. Cuando se refirió a esa banda -una de mis favoritas de México- dijo algo así:
“qué más se puede decir de esta agrupación, si toda su música es poesía”.
Me acuerdo de eso con mucha frecuencia, quizá porque supo apreciar eso que tanto me emociona de José Cruz y lo sintetizó en una frase.
No supe cuándo dejó de salir en la radio. Quizá fue en el 2013, cuando Rulo anunció su salida de Reactor e hizo un programa especial como de toda la mañana. Ese día desfilaron por la cabina muchos ex compañeros de él.
Recuerdo que Julio Martínez se hizo presente, al igual que La Reclu, quienes ya no formaban parte de la estación en ese entonces. Sólo lo escuché un rato a través de internet. No recuerdo haber escuchado ese día a Ariadna, pero en mi memoria tengo grabada su voz, como las de Rugerio, Gerardo Vázquez y Olivia Luna, quien es la única locutora que sigo escuchando en su proyecto Ruidoblanco.fm.
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Colaborador: Barrets